- Está muy bien ser generoso, altruista, ayudar, pero a veces llegamos al punto de “sacrificarnos” más de lo necesario, o de complicarnos la vida por no decir que no.
- Hacernos responsables de todo. En ocasiones el problema radica en la sobre implicación. Nos cuesta decir que no porque tendemos a hacernos responsables, muchas veces por el “bien común”, de tareas que no tienen por qué ser responsabilidad nuestra: ayudar a otros haciendo su trabajo por ellos, arreglar la bici a nuestro amigo aunque él mismo podría hacerlo.
- A veces otras personas pueden abusar de nuestro sentido de la responsabilidad demandándonos ayuda en cosas que no nos competen, incluso aunque ellos estén capacitados para hacerlas, de este modo eluden su propia responsabilidad y nosotros nos sobre implicamos. Ojo, está bien el echar una mano, o enseñar al otro a hacer mejor las cosas, pero no “hacerlas por ellos”. Si no enseño nunca a mi hijo a hacer la cama y la hago siempre por él me estoy sobre implicando y evitando que él asuma su responsabilidad en el orden de su habitación, por ejemplo. debemos valorar y poner límites para no hacernos responsables o cargar con tareas que puede o debe hacer otra persona.
Sobrevalorar el “qué dirán” y la opinión de los demás por encima de nuestros motivos.
- Estar pendientes de lo que opinen los demás de nosotros
- Querer quedar siempre bien
- Que nos consideren amables
- Que nos consideren responsables, buenos profesionales
- Que no “piensen mal” de nosotros.
Si al tomar una decisión tenemos el foco de atención en cómo nos ven los demás y el querer agradar siempre, que opinen bien de nosotros, no crear conflicto, etc. Podemos cometer el error de guiar nuestra conducta al autoconvencimiento, en lugar de defender nuestros propios motivos y valores, y eso nos lleva muchas veces a que nos cueste decir que No, o poner límites, por lo que “pudieran llegar a pensar” si decimos que no. “¿y si piensa que soy un antipático o un egoísta?”, “¿y si cree que le digo que no porque me cae mal?”, “¿y si digo que no y piensan que no me implico lo suficiente en mi trabajo?”.. etc. No podemos evitar siempre el conflicto o caerle siempre bien a todo el mundo, hemos de aceptar esta premisa de antemano.
Debemos confiar en nuestra capacidad de resolver los conflictos que se presenten y saber defender con educación y firmeza nuestras decisiones aunque haya gente a la que no le guste u opine diferente. Es normal que nos afecte la opinión de las personas que nos importan, pero no podemos condicionar nuestros actos y decisiones por miedo a lo que opinen los demás. Podemos ser empáticos y respetuosos con los demás y también saber escucharnos y respetarnos a nosotros mismos, teniendo la autoconfianza suficiente para decir que No a pesar de que podamos disgustar a otros.
¿Cómo decir que No, o poner límites, de buenas maneras?
Analizando aspectos cognitivos:
- Detectar las situaciones problemáticas: En primer lugar es importante reflexionar y detectar aquellas situaciones en las que hemos dicho que “si” cuando hubiéramos preferido decir que “no”, o situaciones en las que consideramos que deberíamos haber puesto límites. ¿En qué contexto nos pasa? ¿Con quienes? ¿Hay personas con las que no nos pase? ¿ y personas con las que nos pase más a menudo? Toma nota de situaciones que hayas vivido en las que te haya costado decir que no, examinando con quién y en qué contexto.
- Analizar los pensamientos y emociones que hacen que digamos que si cuando queremos decir no: ¿Qué pensamientos vienen a nuestra mente en esos momentos? ¿Cómo nos sentimos? ¿qué nos decimos a nosotros mismos? En este punto es importante detectar ideas irracionales y racionalizarlas. Puedes ampliar información sobre las ideas irracionales de Albert Ellis y evaluar tus pensamientos en función a esto.
- Analizar la intencionalidad del otro y expectativas que presuponemos: Se trata de reflexionar sobre las situaciones en las que nos cuesta decir que no, y analizar las intenciones que presuponemos en la otra persona
- ¿qué tipo de relación tengo con ella?
- ¿creo que intenta manipularme o siento confianza?
- ¿Por qué quiere esta persona que diga que si, qué beneficio le reporta? ¿y a mi?
- ¿qué expectativa estoy intentando cumplir hacia esa persona?
- ¿que creo que espera de mi? Como en el apartado anterior es importante detectar si mi pre concepto es realista y racional.
Un ejemplo para decir que NO:
Tal como vimos, hay diversas estrategias de comunicación que podemos aplicar en estos casos. Es importante acompañar nuestra conducta verbal con una buena comunicación no verbal: un tono de voz claro, firme, postura erguida, mirar a los ojos, una expresión amable (prueba a ensayar frente a un espejo )
Estrategias:
- La Asertividad Elemental: Se trata de explicar nuestra postura de forma sencilla, directa, dando una breve explicación del por qué de nuestro NO ( pero sin extendernos demasiado)
Ejemplo: – ¿Te vienes a tomar algo al salir del trabajo
– No, gracias, tengo cosas que hacer en casa esta tarde.
- La Asertividad Empática: se trata de ponernos primero en el punto de vista del otro, validar sus argumentos y el cómo se siente, para luego exponer nuestro punto de vista. Podemos finalizar con un mensaje positivo o una sugerencia (técnica “sandwich”). Por ejemplo
– Entiendo que vas tarde y veo que estás muy agobiado, pero no puedo ayudarte a terminar el informe, lo siento, tengo trabajo acumulado yo también y tampoco tengo tiempo, a lo mejor puedes pedir a otra persona que te eche una mano.
– Siento que se te haya roto el coche, es un problemón, pero justamente éste fin de semana no puedo prestarte el mío, lo necesito. Siento no poder ayudarte esta vez, pero me gusta que cuentes conmigo cuando necesitas ayuda.
-Siento mucho que te duela la muela ,imagino que debe de dolerte mucho por lo que me cuentas, pero justo ahora no puedo salir del trabajo y acompañarte al dentista ¿Qué tal si llamas a un taxi para que te lleve y me avisas cuando estés allí esperando para ser atendido?
- El Banco de Niebla: Esta estrategia puede ser útil ante insistencias, cuando ya hemos probado otra estrategia, o cuando la persona nos presiona de forma muy explícita. Se trata de dar una parte de razón al argumento de la otra persona pero manteniéndonos en nuestra postura.
Ejemplo:
– Sería de tontos rechazar esta oferta, si firma con nuestra compañía telefónica hoy se ahorrará mucho dinero y además le regalamos un celular nuevo ¿se lo tramito ahora?
– Es verdad, puede que sea una muy buena oferta, pero no quiero tomar esa decisión ahora, no es un buen momento.
- El aplazamiento asertivo: Esta técnica es útil cuando nos sentimos sobrepasados o muy ansiosos por la situación y no podemos decidir con claridad. En este caso es mejor postergar nuestra respuesta hasta que nos sintamos más tranquilos y podamos decidir con claridad. Decir que debemos reflexionar sobre el tema, o consultar nuestra agenda, y dar respuesta más tarde.
Ejemplo: – Me ha surgido un problema en casa y no puedo venir el sábado a trabajar ¿Me cambias el turno? ¿No te importa verdad? Luego yo hago otro día por ti..
– Pues no puedo confirmarte ahora, déjame reviso mi agenda a a ver si no tengo compromisos y te digo algo en unas horas.
- Técnica del acuerdo asertivo: Esta técnica resulta útil cuando tememos que nuestra negativa pueda dar lugar a interpretaciones erróneas sobre nuestras intenciones, nuestra personalidad, cuando la otra persona nos juzga en consecuencia, o cuando hay un intento de chantaje emocional. Se trata de exponer nuestra negativa aclarando que ésta no tiene nada que ver con el hecho de ser buena o mala persona, cobarde o valiente, querer o no querer, etc.
Ejemplo:
– Si me quisieras me acompañarías a la fiesta.
– No puedo acompañarte porque tengo que terminar un trabajo, no tiene nada que ver con el amor que siento por ti.
—-
-Eres un aburrido por no querer venir de fiesta con nosotros.
-Esta noche no quiero salir, estoy cansado, el que no vaya no quiere decir que sea un aburrido, simplemente no quiero.
—
Decir que No, a pesar de las insistencias:
Uno de los problemas más comunes a la hora de decir que No es cómo reaccionar frente a las insistencias y mantenernos firmes en nuestra negativa. Para ello podemos utilizar las técnicas del “disco rayado” y “procesar el cambio”:
- Técnica del disco rayado: sencillamente consiste en mantenerse firme repitiendo nuestro punto de vista una y otra vez en un tono calmado ante las insistencias del otro.
Ejemplo:
– ¿En serio que no vas a venir a la fiesta del sábado? ¡nos lo pasaremos muy bien!
-Te agradezco la invitación, pero el Domingo me quiero levantar pronto para ir a la playa y prefiero quedarme en casa el sábado, otra vez será.
– Aaanda!! no seas mala amigaa!! si no vienes no será lo mismo!!
– No soy mala amiga, ¡las quiero mucho y me encanta salir con ustedes! pero el Domingo quiero madrugar y prefiero no ir a la fiesta, gracias por invitarme pero prefiero no salir este sábado.
– ya vamos!, puedes venir igual, aunque vayas a la playa el Domingo, anímate.
-Prefiero quedarme en casa este sábado, de verdad.
- Técnica para procesar el cambio: Esta técnica consiste en desplazar el foco de atención hacia lo que está ocurriendo, como si miráramos la conversación desde fuera. En el caso de insistencias podríamos responder por ejemplo: “llevas un rato insistiendo, pero no voy a cambiar de opinión, en serio.”, “Ya llevamos un buen rato con este tema, ya te dije que No, no sigamos dándole vueltas.”
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